lunes, 20 de junio de 2011

Rojo


Rojo

Desde niño mi pasión por la sangre, mi olfato agudo a sangre. El color de mi vida… Rojo.
Los cuchillos me apasionaban, la muerte me hablaba en las noches y escuchaba que me decía: “Mata, tú puedes hacerlo, tienes que sentir el rencor como pasión, venga todos tus desprecios”.
            Y yo… solamente escuchando, siempre preguntándome; ¿Por qué se dirige  a mí? ¿Qué tengo yo? Siempre las mismas preguntas día con día.
            Me laceraba el cuerpo, bebía mi sangre, me gustaba verme sangrar, el olor a sangre me apasionaba tanto que me volví adicto.
            Un buen día recordé viejos tiempos. Golpes, insultos, maltratos, racismo, en fin, malos ratos. Así, decidí matar.
Con ansia aguardaba la llegada de la noche. Al amanecer, preparé mi cuchillo esperando atacar. Ya entrada la noche me dispuse a matar. Entre lentamente al cuarto de mis padres. Mate a mi padre, mientras mi madre me suplicaba, me comverti en parricida.
Salí de casa llorando, corriendo. Llegue a casa de mi ex novia quien me había engañado con mi peor enemigo y la mate, después me la folle, disfrute mucho de la necrofilia.
Mi pasión no ha terminado, solo aguardo para matarte.

Poder encontrarte en el más allá


Poder encontrarte en el más allá

Las olas del mar golpean las rocas con gran insistencia, golpean tan fuerte como mi corazón en mi pecho sedado por la hierba, alucinado paraísos. La luz que en mis ojos se refleja encandila mis sentimientos mordidos por la esperanza de amarte eternamente. Pequeñas criaturas rondan en mi mente con ansia de poder olvidar, los árboles amarillentos como los dientes del fumador, con ramas quebradizas como los huesos del anciano que camina lento en busca de nuevas esperanzas para sus nietos.
            Perdido en mis sentimientos vagando en el limbo desde que tú no estás aquí, el cariño que me demuestra la hipócrita gente, lo devuelvo con una falsa sonrisa, ya nada es igual desde que tú te fuiste.
            Las rejas de la ventana me aprisionan como un pájaro que desea escapara y cantar en lo alto del cielo, las alas cortaron y no puedo volar. Espero un día poderte alcanzar allá donde habitas feliz en medio de todos esos seres.
            Hojas que caen sobre mi cabeza y lluvia que enferma mi piel con su frío cuerpo y su triste imagen. Solo espero que el soplo del viento me empuje hasta donde estás y podernos encontrar, dar un grito de felicidad que suene por toda la eternidad.

… y después?


… y después?

Batallas han pasado, han matado mucha gente, han invadido de sangre las calles. Sólo una cosecha de odio y temor.
Después de años seguimos aquí, las guerras no nos han separado y los ríos de sangre no han logrado ahogarnos. Hemos sobrevivido al rencor de la gente y saciado nuestra sed de venganza, pero no olvidamos el amor que sentimos.
A través del tiempo sobrevivimos el odio, pero no a la lujuria que nos abraza a cada día.
No podemos seguir creyendo que venceremos, estoy herido y creo no poder más, pero, después de muerto y después… amarnos más.
Las paredes que me aprisionan hacen más grandes mis temores y tú no estás acá.
La similitud entre ambos nos hace más fuertes, pero somos mortales.
Los cielos se enrojecen de furia, apresan mi cuerpo con furia e ira. Las espadas laceran mi cuerpo cortando mis carnes casi inertes.
La imagen de tu rostro me hace más fuerte y cierran mis heridas e inhibo el dolor.
Pero no podremos seguir pensando que venderemos…

A Ana Dosal


A Ana Dosal

Nunca he compuesto una frase bella para alguien, mucho menos una poesía, ignoro cómo hacerlo, pero si supiera hacerla, creo que me quedaría corto.
            Hace unos meses compuse una canción para ti. No espere nada a cambio, ni siquiera una sonrisa, simplemente lo hice. Tomé mi guitarra y los acordes vinieron tan fáciles, así como pronunciar tu nombre. En mi mente ya vivías desde antes, así que esto fue un tributo para ti.
            Cada que me ves, y cada que me veías, siento y sentía esas ganas de tenerte junto a mí. Fue un sueño que pensé nunca se lograría. Hoy es realidad y sigo sintiendo tan bonito cuando te miro, sigues excitándome con la dulzura de tus ojos, con esa gran pasión por las letras, la sabiduría, todo es así, ¡bonito!
Valoro mucho tu cordialidad, porque conoces mi demencia, mas así estás aquí, eso nunca podré pagarlo, ni con mi sangre, has sentido mi respiración cerca de ti, sabes mis delirios, sabes casi todo de éste ser repugnante, esta bestia mal oliente, y tú, linda princesa, aceptas estar conmigo, acariciarme como mimando a un feroz león.
Con tu mirar calmas esas ansias de matar, golpear, largarme de aquí para siempre, vences mis demonios con tus lindos ojitos, duermes las bestias con tu calida y sensual voz…

A la gorda


A la gorda

Durante mucho tiempo ansiaste éste momento, cuando estuvo a punto de perderse por ciertas vicisitudes, decidí hacértelo con todo y el problema que nos acogía.
            Siempre hay besos en esas circunstancias, te quité la blusa y luego el sujetador, tus medianos pechos cayeron sobre tu abultado estomago, tus pezones son raros, no se erguían como los de otras putas. Esto pude perdonártelo, tu panza y tus chiches no era impedimento como para dejar esto tirado y marcharnos a casa, pues pensé que más delante se compondría, mas ¡Vaya sorpresa!
            Te despojaste de tus zapatillas sin que me diera cuenta, recostada en la cama me trepé a ti, te besaba y acariciaba tus pechos, los cuales no tenían mucha maleabilidad, son extraños, en verdad son raros tus pechos, luego desabroché el pantalón, lo bajé  y pude mirar tu pantaleta, la cual no me excitó en los más mínimo, parecía de niña de primaria, luego lo más feo, la vagina peluda como una gran tarantula…

La fruta


La fruta

En aquel edificio céntrico, caluroso, en el cuarto más grande, ahí estábamos ella y yo. Las ventanas abiertas, el viento era tibio, como de costumbre ella lucía fenomenal, su cuerpo espectacular.
            Parado, la contemplaba detenidamente a cada poro de su piel, se recargaba en le peinador, se miraba hermosa, su perfume me llenaba de frescura el aliento, su larga melena negra hablaba por sí sola.
            Cuando abrí mis ojos ya no estaba, había sólo una fruta, el exterior era como su piel, la piel de su pubis, con sus vellos a medio crecer, de esa manera me  gustaba que los llevara, el olor parecía al de su coño ¡Delicioso! Acerque la fruta a mi boca, le di una tierna mordida, me transporte a esos ricos momentos en que yo degustaba el tibio liquido de su vagina, el jugoso fruto me extasío y me quito la sed que me llenaba de sopor, sentía como su jugo se escurría por  mis labios, así como cuando se venía en mi boca.

sin título


Sin titulo

De rodillas frente a esa imagen genuina, hermosura extraña, oculta entre penumbras de su propia naturaleza, guardianes mudos, siempre fieles, algunos mueren, otros nacen, siempre tratan de ser la misma cantidad, es un ejercito muy organizado.
            Algunos prefieren dejar libre el espacio para la adoración.
            Cerré mis ojos para acercarme pesadamente, guiándome como un ciego, olfato, oído y por supuesto, el tacto.
            La imagen era esplendida, indescriptible.
Dos paredes como tu propia imaginación, en el centro, hasta arriba, puedes imaginar que está el Sol o la imagen del poder supremo, es la punta de la pirámide, lo que da el poder, es como los hilos que dan vida a un títere.

Olvidado


Olvidado

La experiencia de haber estado a tu lado durante un tiempo ¿Cuánto? Tú debes saber mejor que yo. Nunca lo olvidaré, tendré en cuenta esos momentos tan puros, lejos de la maldad, cuando el frío se convertía en calor, cada que estabas ahí, todo cambiaba. La pregunta sería ¿Qué haré con todos los recuerdos? Me llenaré de lágrimas rojas, el pulso se detendrá de repente y ahí quedaré… ¡Olvidado!

Las nalgas


Las nalgas

Así como la bolsa de valores, las cosas subían y bajaban. Me inclinaba por una y bajaba, me inclinaba por la otra y la anterior subía y ésta bajaba.
            ¡Que complicado!

Las manchas


Las manchas

Las manchas en el piso delataban el acto ocurrido en la mañana. Había olvidado limpiar las huellas de mi acto, penetré en mi cuarto, me puse a meditar, luego dirigí mí mirada al suelo y miré las grotescas gotas destruidas en el suelo (fetos deshechos), figuras extrañas, regadas en parte de mi cuarto.
            Mojé el trapeador y limpié con fuerza esas marcas, cuando pasaban los hilos mojados sobre los fetos, podía escuchar los gemidos y sollozos, me excitaba, casi llegaba al orgasmo, sólo me faltó eyacular y volver a manchar el piso de mi recamara, tendría que limpiar otra vez…

Cuestiones


Cuestiones

¿Será tan sencillo que los deseos se cumplan?
¿Te has puesto a pensar si eso que deseas no tiene otra finalidad?
¿Y, si el deseos cumpliese, hasta cuando serías feliz, por cuanto tiempo?

toda tu existencia


Toda tu existencia

Con la primavera ha llegado el nacer de la vida natural, las rosas salen a mostrar su belleza tal y como lo haces tú durante todo el año, mas ha llegado también el intenso calor que provoca que nuestros poros se abran para permitir una mejor respiración de la piel, aunque en ocasiones sea imposible no transpirar con los ardientes rayos del Sol, ahí es cuando quisiera ser parte de ti, convertirme en una salada gota de sudor que nace desde tu frente y baja lentamente por el costado de tu rostro, llega hasta tu cuello y se desliza lentamente por tu pecho, morir ahí, renacer más abajo y recorrer tu abdomen para de esa manera, llagar hasta la parte más intima de tu delicioso cuerpo, ceder mi fuerza y mi vida, para volver a morir en ti, para que cuando la lluvia provocada por la regadera de tu casa, vuelva a nacer y me vaya hasta donde está el motor de tus palpitaciones y emociones, aguardar ahí hasta recuperar la fuerza suficiente para mudarme hasta aquel paraíso terrible, y quedarme ahí durante toda tu existencia…

21 de Diciembre


21 de Diciembre

Los rayos de la Luna hacen que te muestres ante los ojos de los demás hermosas. La noche puede que sea tu compinche, ya que cuando el Sol trabaja, tú descansas escondiéndote de los ojos de la humanidad, mas me pregunto ¿Cómo serás de día?, será qué tu belleza y la luz del día no se llevan.
            Tu pelo rubio, es hermoso, es un delirio exquisito poder tocarlo, hacer que mis dedos se deslicen desde lo más alto de tu cabeza hasta tus hombros.
            Belleza no perpetua, pero que hace el tiempo incomprensible. La idea de una de una belleza divina es corta cuando los ojos enfocan su mirar en ti.
            Cara un tanto perversa pero deliciosa, esa figura es perfecta, tus ojos son de miel derramada del panal, tu nariz apunta a donde el deseo reposa, mejillas tiernas que reciben las pulcras caricias de mis manos, los exquisitos labios, sabrosos, dulces y carnosos, sé que esperas que un príncipe los bese, pero este noble hombre lo hará.
            Y cuando mis manos se deslicen entre tus cabellos y lleguen a tus hombros, ahí subirán nuevamente hasta llegar a tu cuello perfumado, cual rosa en primavera. Aunque mis manos son rasposas, toco tu piel con el más delicado tacto.
            En ocasiones muevo tus cabellos al Oeste para poder besar el lado Este de tu cara. El perfume de tu cabello lo respiro lento hasta llevarlo a lo más oculto de mis pasiones, ahí, junto al demonio de las perversidades.
            Nuestras almas sudan en pecado al saber que no somos marido y mujer, así como tus padres desearían. Puedo sentir tus piernas temblar al pensar lo mal que estás actuando, pero también siento tu corazón palpitar al encontrar el placer, lentamente las manos transpiran nuestro amor.
            Los destellos de la luz nocturna se deslizan por tu suave piel, mostrando la hermosa fragilidad de tu figura angelical.
            Nuestras manos se separan, las mías se posan en tus pechos cubiertos por la blusa azul que lleva el emblema de la institución donde estudias.
            Aún besándonos, tú con los ojos cerrados, quizá imaginando que soy ese príncipe, mas por  mi parte mantengo mi mirada alerta para mirar tu expresión, no soy el mejor amante, pero sé hacer sentir bien a las mujeres.
            Mis manos inconcientes, confundidas, comienzan a meterse entre la blusa, para tratar de llegar así, donde  los latidos de tu corazón. Por un instante un temor te recorre  el cuerpo, pero desaparece tan rápido al sentir la seguridad del amor, y dejas que mis manos se deslicen por tu piel, hasta llegar a la cumbre, conquistar la altura de tus pechos. La blusa a salido fuera del alcance de nuestras manos, sólo resta el sujetador, de tela muy delgada, casi transparente, puedo mirar tus pezones erguidos.
            Efectivamente sus pezones estaban erguidos, ella susurraba tiernamente, eso me llamaba a mutilarlos, pero ella seguía con los ojos clausurados, imaginando no sé qué. Acerque más mi cara para contemplar de cerca sus voluptuosas carnes y así poder mutilas sus pezones.
¡Oh piel blanca y delicada! ¿Por qué eres tan excitante y frágil?
            Pronto tus pechos se llenaron de chupetones provocados por mi insalubre boca, la cual nunca había probado tan delicioso majar.
            Llevaste mis labios a los tuyos, pues ya no podías con tanta excitación, me besaste desesperadamente, coloque mis manos ansiosas sobre tus blandas carnes, mientras tú, con tus garras de leona en celo, desgarraste mi playera negra que mi madre me había regalado la navidad pasada, acariciaste mi espalda sangrante, mientras mi desgarrada playera caía a la alfombra, tus caricias invocaban  al demonio de la perversidad, mientras tus pezones eran brutalmente mordidos por mis colmillos caninos.
            Encendí la luz de mis ojos y miré tu orgasmo mental.
            El ambiente se volvía cada vez más caliente, por supuesto nosotros nos calcinábamos en el deseo obtenido de las caricias.
            Como tractor recorriste mi espalda con tus uñas teñidas de color de puta, rojo pasional, rojo amor, rojo puta, pero al intentar llegar al territorio prohibido, te detuviste porque lo impedía un cinturón, querías entrar a la casa de la bestia. Mis manos recorrieron tu abdomen deportivo, bajaron centímetros más, estaba ya muy cerca de dónde la vida comienza, de hecho recordé que una vez me prohibieron ir ahí, pues según esto, unos dioses malvados me castigarían con el infierno eterno.
            Pero tus manos impacientes de sentir lo que ahí se refugiaba, se colaron como pudieron, esquivaron cualquier cantidad de obstáculos y llegaron ahí.
            Caí a la cama matrimonial de mi amada, ella se deshizo con una facilidad de mi pantalón negro de mezclilla, se incorporo un poco para poder tomar entre sus manos mi suave miembro erecto, le dio una clase de respiración de boca a boca, ¡genial!, se cepillo los dientes con ese cepillo de carne, luego lo ensalivo, se levanto por completo y comenzó a masturbarme lentamente. Flotaba entre nubes de sentimientos encontrados, pero caí de golpe cuando sentí el tibio liquido que era derramado en mi caja toráxica, que tomó camino hasta llegar a mi velludo pubis.
            Había tenido ginebra fría en mis oídos[1] pero nunca tibia en mi pecho. Se bebió la ginebra derramada en mi piel, hasta llegar a mi miembro, luego me beso, con todo y el embarradero de ginebra y liquido lubricante. Invertí los papeles y ahora ella era la que tenía la ginebra en su piel, entonces fui más abajo, le despoje de la zapatillas, quite tus largas medias negras atadas con un liguero, besé suavemente sus piernas, me entretuve muchísimo en sus muslos, pero no podía llagar más allá, porque su pequeño short lo impedía, pero con un movimiento mágico lo desabroche de inmediato y lo saqué, lo mande lejos de ahí, así, sólo quedábamos, ella, la tanga y yo, mas luego de botar lejos su tanga, ahí estaba ella, su vagina, así descubierta, aguardándome, su coño inmaculado, provocador de miles de deseos, el dador de la vida  de nosotros, los animalitos de Dios, hermosura que necesita de hermenéutica para dirigirse a ella, su aroma exasperado me arrastraba cada vez más cerca, ¡Oh que lindo es el aliento de ese dragón si fuego!
            Volví a tomar la ginebra, y la deje caer sobre las ingles  y en parte de su coño, mi lengua de serpiente se divertía sin vacilar en cansarse un poco, pero el vahó ardiente entre sus piernas casi le provocaba otro orgasmo mental.
            Sus ansiosas manos se apretaban con gran fuerza sus pechos, en verdad que no podía con tanta excitación, en ocasiones llevaba sus pechos hasta su boca e intentaba tragárselos.
En la punta de mi lengua, le sabor a piel y sal, tal vez el sabor de su virginidad.
Nuevamente tu cuerpo sobre el mío, luego dijiste muy para tus adentros, eres el tipo que había esperado siempre. Cambiamos de posición, abriste tus piernas, con tu mano izquierda tomaste mi pene y lo condujiste hasta la entrada de tu coño.


[1] Cold gin, canción de kiss.