olví a la casa a eso de las 3 de la madrugada, era una noche de esas calurosas. Creo que corría ya el día 3 de Mayo, la feria de San Marcos seguía en proceso. Litros y litros de cerveza correrían por las venas de los feriantes durante otra semana más, para muchos, fantástico, pero para otros, ¡Qué desastre!
Estaba muy cansado, debí haber estado parado unas siete horas, bebiendo y fumando sin fumar. A René le encantaba fumar como si fuera su último día de vida, acababa una cajetilla muy rápido, uno apenas se percataba entre el transito de uno y otro. No podía más, estaba a punto de llegar a casa pero aun así me daban ganas de tirarme al piso y quedarme ahí dormido, me decidí y caminé con empeño hasta casa.
No recuerdo haber cerrado la puerta de mi cuarto, pues en la mañana unos fuertes golpes sonaron en mi cabeza, era mi hermana, quería entrar para salir al patio, tuve que pararme y abrirle, la música aún sonaba en mi cabeza, quité el seguro y me volví a mi cama, lo bueno del caso es que tenía vacaciones en el trabajo, así que no me levantaría hasta muy entrada la tarde.
René estaba al teléfono, quería hablar conmigo, al menos eso fue lo que pude escuchar muy a lo lejos. Era mi madre, de mal humor como cada vez que llego hecho un desastre. Saldrían hoy de nuevo a celebrar el cumpleaños de no sé quién, me invitaban, mas no tenía ganas de pararme, le dije a René que no podría ir, y si de alguna manera cambiaba de opinión yo le marcaba a su móvil.
No me quedó de otra más que por fin levantarme de cama e ir a comer algo, al menos a tomar agua para contrarrestar la cruda, fui caminado hasta la cocina y me encontré a mí abuela ahí sentada, era la primera vez que me veía así de crudo, le salude de lejos para que no pudiera oler mi aliento fétido, tomé un vaso de agua y de inmediato regrese a mi cuarto para ponerme un pantalón y cepillarme los dientes.
Guardé mí ropa que había usado la noche anterior en el bote de ropa sucia, me vestí y salí para charlar con mis familiares, al parecer tendrían reunión, tendría que hacer algo para irme pues no podría aguantar los gritos de mis pequeños primos y todo lo que pasa en esas reuniones familiares.
René estaba aún en casa de Sussan, acababan de llegar de misa, ambos eran muy religiosos, pero eso sí, de doble moral, me parecía una estupidez todo eso, pero así eran ellos, además, luego de ir a misa, iban a casa de René, sus padres no estaban, entonces pues con la casa sola y ellos deseosos, pues fornicaban después de ir a ver a dios. Quedé de verlos a las 7 de la noche ahí en el casino, en la mesa de siempre. Terminé la llamada y fui a ducharme.
Abordé el autobús verde para llegar más rápido, pero me fue imposible, a pesar de ser Domingo, mucha gente iba en familia a la feria, la verdad es que no sé por qué lo hacen, nada más estorban con sus hijos y viejas madres que apenas pueden dar un paso. En el autobús iba una mujer como con cinco hijos, cada uno de ellos era más latoso que el anterior, daban saltos en los asientos, gritaban, lloraban, era un verdadero circo y la asquerosa mujer no les decía algo, simplemente se hacía la occisa, lo bueno es que no estaban cerca de mí.
Afortunadamente encontré a Dulce, estaba esperando a Erica, irían al teatro del pueblo, estaría una de esas bandas de moda, de esos que sólo tocan en los eventos gratuitos. Estuve un momento con ella, Erica no debía de tardar, pues según ella iba a comprar unos cigarros a la tienda, pues son más económicos fuera del perímetro ferial. Cuando por fin llego Erica, Dulce estaba a punto de darme su dirección para que le visitara un día de estos, pues su marido estaba en Canadá, acababa de irse a uno de esos cursos de actualización de su empresa, y como llego Erica, ya no me dio nada. Me despedí de ellas y fui rumbo al casino.
Frente al casino acababan de poner un nuevo bar con billar, se escuchaba sólo música para el pueblo, de esas para gente con sombrero de ranchero, estaba unas mujeres adornadas con pantalones de licra muy entallada que casi podía uno contarle los vellos de su delicioso monte, y como dice René, dios es muy grande, y concede cosas buenas, pues creo que dios me escuchó y ordenó a una de esas tipas a darse la media vuelta y mostrarme ese enorme trasero que dios le dio.
-Tenemos ya dos partidas que ganamos, hasta ahora tenemos ganados 800 pesos, qué te parece Néstor. Comentó y preguntó Sussan.
-Es una buena cantidad, claro, si no es que han perdido más de lo ganado.
-No Néstor, hemos apostado apenas 150 pesos. Concluyó René.
A ellos les encanta apostar dinero, otra cosa que también me extraña, pues si son muy religiosos, creo yo que los juegos de azar son malos, pero no lo sé del todo, por eso no les digo nada
-Esperaremos a Eva, no tarda en llegar, la hemos invitado para que sigan divirtiéndose, pues ayer la pasaron muy bien ¿no?
-Mmmmm, no lo incomodes Sussan, quizá fueron los tragos.
-Oh. No te preocupes René, en verdad creo que ambos lo disfrutamos, ella es muy guapa y seductora, pero no quiero que piense que me aproveché de su estado para besarnos, por eso creo que hoy estaré distante.
-¡Vamos Néstor! A ella le encantaste, está muy contenta de haberte conocido, luego ya le he hablado de ti.
-Pero qué le has dicho, si apenas nos hemos visto ayer, cómo le has hablado de mí, si nos separamos ayer.
Interrumpí.
-Eva se ha ido a mi casa a pasar el resto de la madrugada y me preguntó sobre ti, y le he dicho algunas cositas clave acerca de ti, y parece ser que le has agradado mucho.
Dijo ella.
-¡Bah! Exclamé.
No sé si lo hice como alivio o como un “¡qué va, no le interesaré!” en verdad no supe qué expresión fue esa.
Martha y Mariano llegaron casi a las 8 de la noche, ambos iban vestidos de la misma manera, eso parecía algo estúpido, pero siempre lo hacían, les encantaba llamar la atención de los demás, era un estilo no muy mío, no debía entrometerme en cosas que no me incumben.
Estuve en un momento crítico en un lugar no tan adecuado. En el baño habían atrapado a un falsificador de billetes, lo sometieron de una manera brutal y metieron su cara en el retrete donde un negro acababa de defecar. No me asuste ni mucho menos, pero si me impresionó la forma de actuar, me cerré la cremallera y me fui sin lavarme las manos, no quería ser involucrado en cuestiones que nada que ver.
Un enorme trasero enfundado en un vestido de piel iba delante de mí dando esos movimientos que tanto nos encantan a los hombres que amamos el culo, de repente un decrepito y asqueroso viejo la tomó del brazo y la llevo a su lado, ¡maldito cerdo! Ella era su “novia”, ¡qué barbaridad!, ese enorme culo no es bien usado, que lastima que mujeres así sólo anden detrás de fortunas de viejos asquerosos. Mi carne se sentiría muy acogida dentro de ese culo.
Las 9 menos 15 y Eva no llegaba, René y Sussan seguían con sus apuestas, Martha y Mario no terminaban de besarse, y yo estaba ya harto de la gente, del humo de cigarro y de ver tantos culos fuera de mi alcance.
Tomé una decisión de huevos, ¿Saben qué? Me largo de este lugar, estaré rondando allá afuera, cuando salgan y tengan ánimos de armar la fiesta háblenme si así lo desean, de lo contrario no veremos otro día.
-Oye no te pongas así, espera unos minutos más y nos vamos.
Eso dijo Mario luego de dejar de besar por fin a Martha.
-No, no me jodas, me citan temprano para que no lleguen a la hora acordada, sabes bien que eso me molesta mucho, así que me largo.
Quise volver a ver a la culona que dios me envió, por eso fue que caminé cerca del bar. Ahí estaba, seguía moviendo ese enorme edificio de carne. Fácil había unos 8 centímetros de distancia entre su culo y la punta de sus nalgas, si es que puedo llamarle punta, pero no se me ocurre otra manera. Estuve ahí mirándole unos 4 minutos, es más o menos lo que dura una de esas canciones. En cuanto dejó de contonear ese monumento me retiré con mi amigo bien erecto y babeante de líquido lubricante.
Me detuve para mirar a los voladores de Papantla, daban vueltas y vueltas, iban y venían, pero ahí estaban, ¡que gran espectáculo!, me acerque para poner unos pesos en el gorro de uno de los que estaba debajo aguardando su turno. A esa hora sale la gente de la última misa, ahí estuve un momento para ver a esos personajes que son un gran grupo de hipócritas moralistas.
Los primeros acordes de Makin’ love sonaron en mi móvil, no conocía el número y no contesté, es una costumbre que he tomado desde ya hace unos meses. De nuevo Makin’ love sonó, esta vez era René.
-¡Diga!
-Oye Néstor, estamos acá en la Calle Nieto, porqué no vienes a tomarte unos tragos de tequila, ya sabes que yo invito, acabamos de ganar 3 mil pesos, la borrachera va por mi cuenta.
-Está bien, ahora camino con rumbo a Nieto, ahí los busco.
Colgué.
Ahí entre unos cuantos cuerpos amontonados, estaba Eva, no sé a qué hora llegó, me imagino que recién. Iba enfundada en unos pantalones entalladísimos, una blusa igualmente entallada, era de color violeta, se dibujaban muy bien sus tetas redondeadas, a muchos de los presentes fácil se le hacía agua la boca, yo nada más disimulaba.
Pude adivinar de inmediato que llevaba puesta una tanga, sus nalgas se miraban muy lizas para llevar bikini. Esto pude verlo a unos 5 metros de distancia. Cuando por fin estuve a su lado, su perfume me ahogo de inmediato, era muy dulce, no era fácil de dejar pasar inadvertida.
-¡Qué tal!
Salude cordialmente a los presentes.
-Hola hermoso
Contestó de inmediato Eva.
-¿Pues dónde carajos estabas?
Pregunto René un poco disgustado.
-Te he dicho que iría a dar un paseo por ahí.
-Bueno, no es tiempo de pelear chicos, mejor vayamos a dar un paseo y tomarnos unas cervezas.
Eso lo comentó Eva. Al parecer estaba ansiosa de beber. Quizá podría divertirme hoy, pero, no quería enredarme con ella, luego siempre me están atando a mujeres con las que sólo me he divertido.
René y Sussan iban de la mano, Martha y Mario igual, Eva, un joven y yo íbamos al final de la fila, yo iba un poco mareado de voltear a ver tantos culos podía ver. Eva por fin tuvo la osadía de presentarme al personaje que iba a mi lado.
-¡Ah! Olvidé presentarte a Rubén, él es un buen amigo que viene de San Luis a pasarse unos días aquí.
-Mucho gusto, ¿Néstor?
-El gusto es mío –y era lógico que no- Rubén, bien venido a Aguascalientes.
Conversamos unas cuantas palabras y creo que nos caímos bien, eso parecía agradarle a Eva, quién insistía en pagar mis cervezas, lo cual me parecía fantástico pues no llevaba mucho dinero, además Rubén traía la billetera repleta de billetes de a 500 pesos, así que la pasaría bien, sin pagar ni un solo peso.
No me dí cuenta en que momento nos separamos de los otros cuatro, al fin estábamos Rubén, Eva y yo en un lugar muy cómodo cerca del foro del lago, es decir atrás del hotel Fiesta Americana. Hablábamos de contrabando, asesinatos, política, algunas películas y algo de literatura, era una plática muy amena, en verdad estaba muy a gusto.
Rubén era un tipo amable, adinerado, tenía una gran herencia, muchas pertenencias y uno que otro negocio allá en su tierra, conocía a Eva por parte de uno de sus primos que viven en León, de dónde es originaria, llevaban unos años de conocerse por correo, pero pocos de convivir en vivo y directo. Debo confesar que en primera instancia no me agradaba, pero después de que me lo presentó, me cayó bien, un buen tipo, muy sencillo a pesar de su fortuna heredada y que de alguna manera él había acrecentado.
Luego de estas charlas, queríamos algo más íntimo, donde nada más escucháramos nuestras voces, y donde pudiéramos tomar más a gusto. De inmediato descarté mi casa, pues ahí estaban mis padres y hermanos, en casa de Eva no se podía, y pues Rubén estaba en un hotel, sería imposible, pero afortunadamente, Eva se acordó de la casa de su tía, estaba sola, andaba de viaje, nada más tendríamos que ir por las llaves a su casa. Abordamos un taxi y nos dirigimos a casa de Eva.
La madre de Eva era una señora ya de años, al parecer Eva era la hija menor de la familia. La señora muy amable salió para saludarnos a pesar de la hora que era. Una buena persona.
De nuevo abordamos un taxi que nos llevaría a casa de la tía de Eva, no estaba lejos, quizá a dos kilómetros de distancia. El barrio es tranquilo, así que no tuvimos que preocuparnos por personas mal vivientes o por algún desmán que pudieran provocar.
Brandy, Whisky, Tequila y Ron. Con eso bastaría para pasarla bien. Al parecer la tía tenía dinero, pues su casa estaba muy bien arreglada y había mucha comida y cosas útiles para la casa.
Me senté en el sofá rojo que estaba tras la mesa color Maple, alcancé un vaso de plástico y vertí un poco de tequila, luego terminé de llenarlo con refresco de toronja, por el momento no habían llegado los hielos, pero era cuestión de que alguien fuera al refrigerador por ellos, lo cual no haría yo.
Con el paso de las copas, nuestra plática se fue convirtiendo en cosas banales, como platicas de fútbol, de revistas de la Ciudad y varias cosas más, íbamos perdiendo el buen juicio, bueno, creo que nunca lo tuvimos, pues para eso hay que saber de Nietzsche o Heidegger, o quizá analítico, esas personas sí que saben de juicios, nosotros éramos simples mortales paganos, únicamente estudiantes que tal vez nos convertiríamos en profesores de una preparatoria de cuarta.
Rubén se desabotono parte de su camisa, nos presumió su pelo en pecho, como si eso importara, pero en fin. Las copas nos iban desinhibiendo lentamente, aparte el calor estaba pesado.
Eva se descalzó, sus pies estaban un poco sudados, podía percibirse el dulce olor de sus pies sudados.
También quería descalzarme, pero la verdad es que mis pies oían mal después de tanta caminata y el maldito calor, así que mejor de aguanté las ganas y me quede con mis tenis puestos.
-Dónde se supone que están los hielos Eva, Nestor lleva dos tequilas así sin hielo.
-Pues está detrás de la barra, es que no se ve por que ahí está la tele y estorba desde aquí.
Rubén se levanto y fue tras los hielos. Abrió el congelado y se trajo un plástico con hielos, me puso tres en el vaso y él hizo lo mismo, Eva sólo quería uno. Preparé otro vaso con tequila, esta vez me supo mucho mejor, tenía ganas de un limón, pero no lo pedía porque seguramente me mandarían a la cocina por ellos, y no pensaba levantarme de ahí, mejor esperaría a que alguien se levantará.
De un momento a otro Rubén me sorprendió, me tomó del brazo y me dijo
-Sabes Nestor, debo decirte que soy gay, no sé si lo hayas notado, pero por si las dudas, mejor te lo digo de una vez, para que no te incomodes.
-Ah! No te preocupes Rubén, no me incomodas, fíjate que no lo note.
La verdad intuía que él era marica, pero no quise preguntarle, pues que tal que nada más fingía, no quería ofenderle, así que callé.
El móvil de Rubén sonó, se levanto y fue al cubo de luz a contestar la llamada.
-Oye Nestor, ¿te dijeron que me gustas?
-Pues algo de eso escuché.
-Pues así es, me encantas, eres un hombre muy bueno.
-Uy!, me sonrojas, pues muchas gracias, no estoy acostumbrado a esto, pero gracias de nueva cuenta.
Rubén entro en interrumpió la charla.
-Oye Eva, ¿puede venir un amigo de San Luis?, está aquí en Aguas, ¿puede?
-Sí, no veo porqué no ha de venir.
Le dio la dirección y regreso a sentarse en uno de los puffs.
Sussan tenía razón, Eva tenía una atracción por mí, que bueno, nunca había conocido una tipa tan ligera de pensamientos y pesada en carnes sexuales, ¡saben a lo que me refiero!
Rubén comento que hace unos cuantos días uno de su mejores amigos había fallecido leyendo a su autor favorito, Charles Bukowski, lo encontraron con el libro Shakespeare nunca lo hizo, y una botella de vino tinto, al parecer ya tenía muchos problemas con sus riñones, pero me imagino que su muerte fue sublime, no envidiaba su muerte, pero era grandiosa.
La puerta sonó con dos estruendoso golpes, era Juan, el amigo de Rubén, en cuanto entró, se abrazaron y se plantaron tremendo beso, y pensé, tal vez sean amigos con derechos, sé que fue una estupidez, pero sonaba bien.
-Chicos, les presento a mi amigo, bueno, desde ayer somos novios.
-Pues felicitaciones.
Fue lo primero que se me ocurrió, la verdad no sabía que hacer en una situación tal, pero creo que funcionó.
-Pues en verdad que hacen bonita pareja. –remató Eva.
Creo que su respuesta fue más aventurada que la mía. No sé la verdad, mas creímos haber hecho lo correcto.
Juan había traído una botella de Vodka, que por supuesto no me agrada en lo más mínimo.
El tequilla estaba a punto de terminarse, quizá alcanzaba para dos cubas más, lo bueno es que Rubén prefería tomar de lo que su amado tomara, Eva estaba tomando Ron, aparte me quedaba el whisky, aparte estaba bien, no se me había subido tanto a pesar de nuestras estúpidas charlas, nada más estaba relajado.
Los besos estaban a la orden del día, lengua, saliva, dientes y demás cosas, no me enfadaban, pero aún lo notaba raro. Lo pero es que estaba sentado al lado de Juan.
-¿Porqué no vienes aquí a mi lado?
Pregunto Eva, fue la voz de mi salvación, pues no podía levantarme e irme, tal vez ellos lo notarían como con desagrado, mejor aguardé a que a Eva se le ocurriera llamarme, y por fin lo hizo.
Al lado de Eva me sentí mucho más tranquilo, ella pregunto sobre mi sentimiento al mirar que se besaban, lo que pude decir fue que me parecía bien que expresaran su sentir, pero que me daba igual.
-Pensé que estarías excitado por eso.
-La verdad –respondí- no, pues no es común que vea eso.
-Mmmm… creo que me vendrían bien unos cuantos besos ¿podrías darme algunos?
-No veo por qué no pueda hacerlo.
Me tomó de la nuca y me acercó a ella bruscamente, lamió mis labios y luego guardó su lengua dentro de mi boca, parecía estar muy excitada.
Conjuntamos los alientos, el sabor a Whiskey de mi boca y el de Brandí de la suya, eso me recordó viejos tiempos, cuando pasaba la mayor parte del tiempo embriagándome y besando mujeres borrachas.
De un momento a otro las cosas se pusieron bastante calientes, miré dos hombres a punto de quedar totalmente desnudos, besándose y tomándose sus cosas, me sorprendí mucho, y eso lo notó Eva, pues al momento indicado me llevo a una recámara, ellos dos se quedaron en la sala casi uno sobre el otro, era seguro que tendrían sexo ahí, y por supuesto que no querría ver tan aberrante acto, al menos eso me parecía a mi.
Fui afortunado en que Eva me hubiera tomado del brazo y llevado a la recámara de su tía.
El cuarto era grande, tenía una cama king zise, de esas enormes, en verdad no sé para qué compran esas, si de lo que se trata en la cama es de estar cerca del otro. Bien, dejamos nuestros vasos sobre lo que parecía ser una pequeña mesita donde colocaba sus alimentos la tía. Me abrazo fuertemente y me beso.
Por momentos no podía concentrarme del todo, pensaba en la posibilidad de que estos dos gays abrieran la puerta y quisieran unirse al evento, o que nos uniéramos al suyo.
Eva era totalmente eufórica, no tenía miedo de nada, le encantaba el relajo y el alcohol, siempre se salía con la suya, no le gustaba quedarse con las ganas de hacer algo de provecho o satisfactorio, y yo era uno de esos caprichos que había adoptado.
Me tumbó en la cama, rauda y veloz, se arrodillo, me acaricio con ambas manos mis piernas, llego hasta el cierre y lo bajó lentamente, metió su helada mano entre el boxer y el pantalón, luego, debajo del boxer, encontró lo que buscaba, lo tomó suavemente con su mano diestra, lo sacó de mi pantalón y se lo llevó a la boca. Su vaho estaba muy caliente y alcoholizado, de inmediato la saliva se resbalaba sobre el cuerpo de mi pene, me llegaba hasta los testículos, incluso sentí algo de humedad en mis testículos, mientras iba detenidamente masturbándome.
Eva era una profesional con la boca, tanto para convencer como para mamar, en ninguna ocasión pasada pude sentir algo tan rico, ya que tenía una técnica magnifica, se tragaba toda la verga con su boca, y lo mejor de todo es que sin lastimar.
Como pude me levanté, la tomé por los hombros y la derribé sobre la cama, le saqué todo lo que llevaba y la dejé por completo desnuda. Me incliné para oler su delicioso coño, cuando tuve una buena bocanada de su olor, me arrodillé y mi lengua hizo de las suyas, la volvió loca de inmediato, me encantaba hacerlo, sabía que era muy bueno con mí lengua, y esta vez no fallaría.
Puedo asegurara que fácilmente tuvo dos o tres orgasmos exclusivamente con el uso de mi lengua, y lo sabía por la forma de estremecerse, además estuve a punto de ahogarme en sus salvajes olas de lubricación, luego de que le apliqué mi dedo medio, se tornó aún más loca, así que de inmediato use la técnica que más dominaba, dedos al coño y culo, con el dedo gordo, en el coño, el medio en el culo, mi lengua en su clítoris, eso nunca fallaba. Sus piernas temblaban, se tensaban, era un verdadero concierto de sensaciones encontradas.
-Por favor Nestor, no dejes de hacer eso, es magnifico, sigue, sigue.
Eva estaba más que complacida, no era por quedar bien, pues sus temblores me lo demostraban.
En ese momento olvidé por completo al par de gays que estaban teniendo su propio acto, que de seguro se divertían, mas no tanto como lo hacía Eva conmigo.
-Por favor Nestor, hazme tuya, por favor hazme sentir bien, hazlo, por favor.
En ese momento fue cando me sentí un verdadero amante, era tan grato que debí haberlo grabado en audio, quién sabe cuándo alguna mujer volvería a decirme eso.
Tomé mi verga, me escupí en la palma de la mano y distribuí la saliva sobre mi miembro, me acerque a Eva, la apunté y se la metí de un solo golpe.
La exclamación que hizo ella al sentirse empalada fue genial, no podría describirla, simplemente fue fantástica.
Esa noche cogimos como tres o cuatro veces, no lo recuerdo bien.
Por la mañana me desperté completamente embarrado de mi esperma, ella también estaba algo plegostiosa. Nos besamos, me levanté y le dije que había sido una noche brutalmente perfecta, que deberíamos repetirla.
Salí del cuarto detrás de Eva, y lo que vi fue algo impresionante. Los dos gays estaban ahí desnudos, vomitados y embarrados en semen, el olor era asqueroso, afortunadamente a mí no me tocaría limpiar esa asquerosidad.
Me despedí de Eva y fui en busca de un taxi que me llevara a casa de mis papás.
Invierno del 2010.