jueves, 26 de mayo de 2011

Zapatos verdes


Zapatos verdes

Camina tan naturalmente, cual mujer orgullosa, camina sin detenerse, pisa el suelo con la rudeza de sus altos zapatos verdes, tan altos como los de una zorra profesional.
                Es morena y delgada, se mira de gran altura, pues usa High Heels, pero en verdad no es tan alta, quizá tenga unos cinco centímetros menos que yo, que tampoco soy alto.
                Dice tener un nombre en inglés, pero la verdad es que tiene un nombre tan latino como un simple Juan.
                Cree ser una gran zorra idolatrada, sueña con tener un sequito de hombres detrás de ella, besando el suelo que ella pisa con sus enormes zapatos de zorra.
Usa anteojos que fingen intelectualidad, mas no lo es, pues trabaja de secretaria en la escuela de artes escénicas.
Muy a menudo lleva puestas blusas demasiado escotadas, le encanta mostrar gran parte de sus medianos pechos. También lleva su espalda casi desnuda, mostrando la gran población de acné. Cada punto representa una estrella del sistema solar.
                Vuela cual bruja, montada en su enormes zapatos verdes. Flota con una agilidad de leopardo al asecho. Vuela tan alto como un Zopilote. Pocas veces baja al piso terrenal.
                Su pelo es de un extremado color negro, tiene gran volumen, pero siempre lo lleva atado  a sus cintas rojas.
Enfunda sus flacas piernas en licra negra, muy entallada, desde su cinturón hasta los tobillos, pero siempre con sus tacones verdes.
                En sus largos y delgados brazos a penas se puede distinguir la existencia de vellos, creo que los lleva cortos, demasiado cortos, pues ni con la luz del sol brillan.
                Usa las uñas de las manos, muy largas, cual tigresa, quizá le guste usarlos paras acicalar los testículos del hombre en turno.
                Las uñas de sus pies tienen color rosa, rojo, y en ocasiones negro. Entre sus frágiles dedos se refugia tierra y sudor, pero siempre con sus tacones verdes.
                Rudos como asesinos, son como osos polares, pero de color verde.
Y a pesar de ir montada en esos tanques de guerra, sus nalgas no sobresalen, lo que si se marca mucho, son sus chamorros, pues a pesar de ser delgada, tiene mucho músculo ahí.
                Si le miras por delante, veras muy marcado su monte de Venus, si miras un poco, muy poco abajo, contemplaras sus sobresalientes labios vaginales, ansiosos de besarte la parte delantera. Muy por encima de tus testículos, –claro- devorarte esa parte blanda que de inmediato se vuelve tiesa.
                Zaparos verdes, naturaleza de mujer perversa, altura de puta de renombre, color de vida, fresca sonrisa del viento de invierno.
                Hace casi todo con sus Green High Heels. Va a cagar, a cambiarse la toalla empapada de sangre, se mete los óvulos que curan las infecciones vaginales, se arrodilla a lamer los hirvientes testículos de su amante tatuado, se sienta en la banca más cercana al pulpito religioso, así fue al funeral de su abuela Jacinta, va a las tortillas, limpia los frijoles, hace mil cosas.
                No va al yoga, no juega baloncesto, no práctica tenis, nunca ha ido al cerro del muerto, tampoco ha competido en las carreras atléticas, no entra al mar de Cancún, mucho menos entro al equipo femenil de voleibol, todo por sus putos zapatos verdes.
                Ella es… Guadalupe no sé qué, es más, ni siquiera sé si es su nombre real.
                Pero todos la conocemos como la de los Zapatos verdes.
-Julio de 2010-

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