jueves, 26 de mayo de 2011

El pendejo


El pendejo

No creció lo suficiente, pues a sus 22 años sigue con una estatura muy pequeña.
                Es como un enano gigante, lo que lo diferencia de los enanos, es que tiene nalgas normales.
                Los pies le miden si acaso 24 cm. Es la medida de un chico como de 12 años.
                Habla como si tuviera una papa caliente en la boca, ese modo que a muchos molesta. Él cree ser de la High Society. Creo que apenas llega a clase media, pero finge, pues su carrera exige la posibilidad de adquirir instrumentos de alto valor monetario.
Regularmente usa pantalón de mezclilla azul y camisas de varios colores, camisas deportivas –claro-.
                Como ya he advertido es como un enano gigante, su cabeza también es grande, lleva pelo corto, pero con un enorme copete, cejas muy pobladas, nariz como de duende, bigote a tamaño mediano, algunos cuantos vellos que él cree es barba.
                Tiene brazos de muñeco, y dedos de niño de primaria, aparte es panzón.
De solo verlo cae mal, es de esas personas de sangre pesada, causa nausea volverlo a ver.
Luego, hace bromas nefastas, cree que cuenta los mejores chistes, y cuando lo hace, nadie sonríe ni de compromiso.
Tiene un tic tan estúpido, casi siempre lleva la mano a su boca, haciendo la señal de guardar silencio, aunque más que un tic, era como una costumbre, cuando no hacía eso, llevaba todo el puño a su boca.
                Nunca tuve la precaución de verificar la constancia, pero podría asegurar que lo hacía cada dos minutos. Eso me molestaba mucho. Más de una vez me quedé con las ganas de marcarle mi puño en su rostro.
                Además posee ademanes de marica, sonreía como una niña y se movía como tal. Sus bracitos también hacían movimientos muy afeminados. Quizá es o sea un marica que no ha salido del guardarropa.
                Él es el estúpido estudiante de medicina. Iba en el mismo curso que yo. Afortunadamente me llamaron de un trabajo y abandoné el curso.
                Se salvó de que le rompiera la cara.
-Julio de 2010-

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