A la gorda
Durante mucho tiempo ansiaste éste momento, cuando estuvo a punto de perderse por ciertas vicisitudes, decidí hacértelo con todo y el problema que nos acogía.
Siempre hay besos en esas circunstancias, te quité la blusa y luego el sujetador, tus medianos pechos cayeron sobre tu abultado estomago, tus pezones son raros, no se erguían como los de otras putas. Esto pude perdonártelo, tu panza y tus chiches no era impedimento como para dejar esto tirado y marcharnos a casa, pues pensé que más delante se compondría, mas ¡Vaya sorpresa!
Te despojaste de tus zapatillas sin que me diera cuenta, recostada en la cama me trepé a ti, te besaba y acariciaba tus pechos, los cuales no tenían mucha maleabilidad, son extraños, en verdad son raros tus pechos, luego desabroché el pantalón, lo bajé y pude mirar tu pantaleta, la cual no me excitó en los más mínimo, parecía de niña de primaria, luego lo más feo, la vagina peluda como una gran tarantula…
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