martes, 31 de mayo de 2011

Piel fresca


Piel fresca

Su piel lucía totalmente fresca, tan fresca como esa tarde lluviosa, ya en proximidades de otoño.

Hermosa mujer delgada, casi un esqueleto andante, galante como la propia Catrina. Ni siquiera Posada puedo imaginar la belleza de esta joven.
                A sus dieciocho años –quizá- ya parecía muy ducha en el sentido sexual.
                ¡Pero que piel tan fresca! Que niña tan rica. Deliciosa piel casi sin usar.
                Rubia como el pelo de un elote, perfume como flor de primavera lluviosa, luz de sol de medio día, reflejo de espejo del lago fresco de la sierra fría.
De su rostro no puedo hablar, pues no lo recuerdo del todo. Pero puedo hablar de su piel fresca.
                Pantalón azul claro, ajustado a su cadera, blusa que solo alcanzaba hasta su ombligo, lo demás descubierto.
                Pero en su piel fresca, podía mirar que le encantaba depilar su pubis. ¡Que frescura!
                Se me hace agua la boca del solo hecho de recordar tan fresca piel depilada.
Qué rico ha de saber su coño, así sin vellos, al natural, como el de una pequeña niña inocente.
                Imagino mi lengua dando vueltas sobre su clítoris, y mis manos frotando su piel fresca.

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