viernes, 17 de junio de 2011

El encuentro


El encuentro

Clarificada por la luz estelar,  que resbalaba por su traje oscuro de lentejuelas negras, su brillo palpitante. Sus pupilentes azules, se decoloraron al momento de verme entrar. Obligada a darme, o al menos, ofrecerme una copa. Frente a ella, le sonreí y exclamé; “no sabía que trabajas acá”, ella sonrió con una lagrima rodando por su mejilla, entonces le comenté; “no llores, esto es tu profesión”, otra lagrima más, insistí; “no llores, eres una puta y eso nadie lo cambiará, sólo te pido que no regreses a casa”.

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