Allanamiento
Entre poco a poco sobre aquel pequeño orificio, me perseguían sin razón, no podía introducirme del todo bien. Como en todo, lo primero es lo primero, mi cabeza intentaba entrar, y con dificultad entró, incluso creí ver las paredes llorar sangre, quizás alucinaba, y con el sudor de mi cuerpo, pude resbalarme lentamente.
La desesperación terminó por vencerme, y penetré fuertemente, las paredes seguían sangrando, lo cual me facilitó la entrada, pero a pesar de eso mi cabeza estaba tornándose morada.
Con la sangre y mi sudor, terminé por entrar, pero ahora el cielo lloraba, parecía que me culpaba de algo, y yo me sentía culpable, pero si no lo hubiera hecho, podrían haberme herido.
Las lágrimas heladas, que parecían escarcha, rompían mí alma con saña e ira celestial, mas la felicidad de estar ahí dentro, resguardado, me calmaba un poco, ahora disfrutaba del momento, incluso mi cuerpo comenzó a sudar, lo cual me placía.
Conforme fui entrando me tope con una tela, parecía de araña gigante, sin dificultad la rompí, sabía que posiblemente fuera signo de la virginidad del lugar.
Continuaban cayendo gotas sobre mi cuerpo y cara.
Cuando ya muy dentro, decidí regresar, ya no veía ninguna luz, y el chillido de las sirenas había cedido.
Cuando salí, sentí un enorme descanso, las lágrimas cesaron, el dolor parecía calmarse, sin embargo el daño estaba hecho, cuando terminé el allanamiento comenzaron los insultos hacia mi persona.
Después de dos días por fin fui encontrado por quienes me perseguían, me llevaron preso, me castraron por haber violado a varias mujeres vírgenes.
Quizá ya no rompa telas, pero con mis dedos busco hormigas y escarabajos.
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